selin

Dos

Todavía siento el aliento

que brotaba de tu garganta

y que calentaba mi cuello.

 

Tus manos tímidas y temblorosas

que recorrian mi cuerpo

para quedarse en mí pecho.

 

El delicioso manjar que probé

de tu vientre y el sudor

que corría por tu espalda

y bajaba por tu columna vertebral.

 

Tu corazón exaltado y tú

cuerpo excitado por la experiencia

vivida quizás por primera vez.

 

Fue cuando la luz se apago

y la oscuridad nos abrazo

para que al sonido de un gemido

nuestros cuerpos se unieran

y fuéramos uno... ya no dos.