nelida anderson parini

ME HAS DADO TANTO.

Benditos Dios y  fortuna

por la dicha que me han dado

de tanto que me han dotado

no tengo queja ninguna.

 

Si bien en algún momento

de mi suerte he renegado

después de haberlo pensado

lloré de remordimiento.

 

A mí nunca me ha faltado

 alimento ni ternura,

siempre me sentí segura

en hogar bien aplomado.

 

He reído y he llorado

en tiempo de angustia y prueba

y aunque decirlo no deba

hasta mal  hube yo obrado.

 

Por tanto sitio he pasado

y tantas cosas he visto,

que sin haberlo previsto

al cielo siempre he clamado.

 

 

De tristezas yo conozco

las mías y las ajenas,

por eso entre tantas penas

al dolor lo reconozco:

 

en la mirada silente

y agridulce de un hermano

que con corazón en mano

mira al mundo indiferente;

 

en el gesto agazapado

del infeliz que lloroso

limpia su llanto terroso

y se hace el disimulado;

 

en el padre acongojado

que no le alcanza el dinero

y con el semblante fiero

regresa al hogar cansado;

 

en la mujer que afanada

llevando el niño a la escuela

guarda paciencia y cautela

aunque se encuentre apurada…

 

Mas yo también he sabido

de alegrías y esperanza,

del valor de la confianza

y  el milagro concedido.

 

Del que canta agradecido

con corazón generoso.

Del niño dulce y virtuoso

que duerme desprevenido.

 

He visto llover ventura

que cicatriza la herida,

brotar la ilusión perdida

lavando toda amargura.

 

 

Sé del poder del amor,

de la palabra entusiasta

y de  caricia que aplasta

hasta el más grande temor.

 

He visto un desconsolado

elevar clamor al cielo

y lo he visto hallar consuelo

sintiéndose ya amparado.

 

Tantas cosas de la vida

me han llegado a conmover,

tantas me han dado el placer

de sentirme bendecida.

 

Al llegar un nuevo día

tanto debo agradecer

por eso el amanecer

festejo con alegría.

 

¡Ay vida maravillosa!

con tanto amor me has cuidado,

es tanto lo qué me has dado

siendo tú tan bondadosa.

 

Sí pagarte yo debiera

todo el desprendimiento

no habría oro o monumento

con que lograrlo pudiera .

 

Sí andando por mil caminos

hubo pendientes y llanos

con tus generosas manos

me distes fruta y espinos;

 

cuando mis fuerzas flaquearon

ante algún predicamento

tú y ese mágico aliento

mi abatimiento diezmaron.

 

Bendito Dios que has tendido

sobre mí siempre su mano

para hacerme más liviano

el trayecto que he vivido.

 

Al cardo les diste espino

igualito que a las rosas,

me diste a mí tantas cosas

desde ese tu amor divino;

 

hoy que miro mi destino

desde el pasado al presente

gratitudes en mi mente

manifestarlas no atino.

 

Mi pensamiento sencillo

en tu grandeza se goza,

mientras que el alma retoza

en tu bondadoso brillo.

 

 

Honrarte yo de mil formas

en esta vida quisiera,

si tanto no mereciera

carente de muchas normas;

 

permíteme en este día

desde mi aliento primero

decirte que te venero

con todita el alma mía.

 

Todo mi ser te gloría

con sentimiento sincero,

te alabo porque te quiero

mucho más en cada día.

 

Tantas cosas tú me has dado

de algunas no me di cuenta,

mas hoy al cumplir cincuenta

todas las he valorado;

 

por medio siglo has velado

mi presencia en esta vida

con tu gracia bendecida

mis pasos siempre han contado;

 

aún cuando  yo hube errado

me he sentido comprendida

y después de la caída

con tu amor me he levantado;

 

en  los tiempos  que afligida

por dolor o incertidumbre

con tu paz me diste la lumbre

para encontrar la salida

 

en medio de la alegría

que acalora cuerpo y mente,

fue tu llamado prudente

el que mesura pedía;

 

en todas mis decisiones

siempre has estado presente,

me has aclarado la mente

y abierto nuevas opciones.

 

No se acaban las razones

pues a mí tanto me has dado,

generoso me  has dotado

de amorosas bendiciones.

 

Canto en dicha agradecida,

late el corazón dichoso,

porque tú, Padre amoroso

me regalaste esta vida.