Miguel Cruz

Montevideo

 


Sus caminantes y cortas calles

grises, tapadas en un innumerable

abrazo, de hojas de sus pelados

arboles urbanos.


Frente al rio, un iluminado

saludo recibo. Avenidas y

calles, como en familia se

comunican.


Paredes y mesas, impregnados de

nostalgias de un glorioso ayer,

del cual, el caudillo Obdulio, 

reaparece hasta para levantar esa


silla, que del bar de la 18

de Julio, al suelo cayo, en un

euforico grito celeste.


Es primeavera y hasta en los

barcitos, unas flores 

los \"vo\" regalan.

Lejos de Enero, cuando


nadie se queda y pocos

largamente la caminan.

Siempre me recibis, y un

par de rondas alegremente

invitas.


Ilusos, te llaman aburrida.

Dejad, gentes de sonrisas,

como un horrible culo. Ni cinco minutos

se toman, para entenderte.


Un inmenso grito en uno 

se escucha, como siempre

el centenario, testigo infaltable

de agonicos ultimos gargantazos


que salvan lo ultimo de la rutina 

del Domingo. Siempre estoy

volviendo aunque me vaya.