juan maria

UNA HISTORIA DE BUENOS AIRES AL SUR

Ya está en silencio

la noche fría,

ya se fue el gorrión

hasta el otro día;

y la sombra oscura,

ladra a la Luna

su horizonte

de verde aceituna.


Camina el compadre

en el invierno inclemente,

que si no falla el narrador,

es por el mil novecientos veinte.


El perfil presagia sangre,

...y ante la pelea inminente,

su extraña mirada parece indiferente.

Lleva boina calzada,

y lo salpica en su piel,

la garúa helada.


Va con la mano en la daga,

rozando con los nudillos

el crucero,

como cubriendose

de algun brazo ligero.


Viste saco negro...

son negras las alpargatas...

lleva faja negra,

y bombacha batarasa,

pañuelo de seda al cuello,

y los ojos de gato mañoso.


Cuando la luz del refucilo,

ilumina por un instante,

voltea la mirada de lado a lado,

girando el cogote como búho,

para espiar con atención

al otro peleador.


Se oye el choque del acero,

y bailan las alpargatas,

en la humedad del suelo.

Como para quitar chance al perdon...

se oye en las sombras,

un grito postrero,

poniendo alas a la pasión del duelo.


En ese momento 

estalla la tempestad,

...trayendo el resuello

de la piedad.


Los que esperan

se habrán olvidado,

antes que cante un gallo,

del que ha matado,

y del que está tirado.


Se derrama el aguacero,

arrastrando correntada,

y el agua borra la sangre

que atrae a los perros,

y a los maullidos

de los gatos callejeros.

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