Darío Ernesto

Ayer te he visto

 

 

Ayer te vi

Te he divisado desde mi paisaje

Recostado en un  arroyo, en sus arenas,

Desde allí desde mi llano

Bajo la  sombra de un tala centenario

Fuente de vida  de bellos pájaros

Cielo  azul puro vi, desde mi  alma

¡Te he contemplado, Cielo!

 Con nubes blancas como ángeles

Te ame ,mi niño adoré tu rostro

 Fugaz  minuto junto a mí,

Bello mi hijo,

compañero de mis siestas

Lleno tu cofre de caricias nuevas e ilusiones.

Mi cielo  mi paisaje

Mi sombra

 fruto tierno  de  colores

¡Eterno momento lleno de asombro!

Mi espíritu en la siesta mía junto a mi niño

Lo llamaré querubín y compañero

Hijo del tigre mi Nahuel Sebastián

Galán ,valeroso, tierno.

Desde mi alma contuve el aire y lagrimas

Para no ahogarme en ese caudaloso Río

 mares bravíos que  se avecinan lentamente

E n el trajín de las corrientes  y crecientes

En los remansos míos, del  cercano presente y futuro.

Mi noble sombra mi raíz  tierna, mi vástago y renuevo.

Aferrado a la niñez mía que no dejo en libertad

Junto a mi niño lenta  espera

Abrir la puerta de esta jaula de oro de las penas

Volar a historias narradas de mi nostalgia

¿Como olvidar el sentir que. puede una caricia?

¿Como  no escribir en una poesía mi magia esa tarde de otoño tierno?

 despedir  calor y siesta, de chicharras en la nostalgia

 dejar el aroma de espinillos y  flores amarillas

De los frutos del tala dulce como el silencio

Tarde  bella de caricias

 frondosas formas siempre verdes en mi

Vergeles junto a mi niño

Torrente de una  misma sangre carmesí

 zendos corazones al  unísono palpitaban, temblando de vida

en acordes de las fibras del alma

Música celestial antesala de la tarde y horizonte

Historia  y cuento

 Huellas del camino a la luna

Al celestial destello  que la vida de mi vida

Reverenció esa tarde infinita.

 

Darío Ernesto Muñoz Sosa