Henry V

Para Adnora en su partida

 

 Adnora, 
Viene tu imagen, en un caracol de incienso,
Este acuario sin el sol del Grijalva ,
A decirme que te fuiste
Con mi pena por barca .

Quisiera hacer de mi voz el signo del paraíso
Por el que vayan, en parvada, las ondas de tu pieL
A dar consuelo a mis manos sin hojas.

Hacer del estruendo, en aquella verdad de tus ojos,
Una solfeo de alegrías, por los caminos que entreveran 
El retorno al manglar de los tiempos del beso,
Para imitarlo, con el oboe de sangre en mi faro del alma,
Invocando la plenitud de aquellos septiembres 
Donde las lunas eran la fragancia sexual.

Adnora,
tuvimos en el fuego  a la vida,
En saciedad  a las pequeñas muertes
Y en los besos el indulto del tiempo;
Sin clemencia mutilamos todo principio
Y lo obsequiamos, de festín , a los rituales
De aquellos que vieron en nuestro des-tiempo
Encarnar algún destino profano.

Adnora, 
Me apena ser alguien que nunca quise:
No voy más a tu aliento,
No hago más esfinges con tus flores
En las estepas del sueño,
No me sirvo de los mares como influjos
Ni de la tierra para sembrarme
Ni del amor para mutar,
Si no eres, ya, el génesis de mi energía;
Si no eres, ya,
Seré alguien que nunca quise,
Adnora