Donaciano Bueno

El obispo Monseñor Uriarte

Estos clérigos de dios,

¡tan buenos, tan complacientes!

hacen dudar a la gente

y que a dios le den su adiós.

 

Pues si dios es indulgente

y siempre está a nuestro lado,

nunca podrá ser juzgado

en la misma proporción

aquel al que le han matado

que al que al matado mató.

 

Esta es una conclusión

que no tiene vuelta de hoja

y aunque el obispo la coja

y la envuelva entre algodón

las cosas son como son

-lo escribió Pio Baroja-

vasco como monseñor.

 

Poner en el mimo plano

al verdugo e inocente

ni es humano ni cristiano,

y menos propio de hermanos,

pues resulta incongruente

que pretenda el buen señor

que ambos se tiendan la mano

¡anda! como si nada pasó.

 

Después de pedir perdón

y compensar las heridas

esta gente mal nacida

tendrá que hacer contrición

-no darnos explicación-

y penar toda su vida

por tan criminal acción,

¡que interceda monseñor

y en el cielo dios bendiga!.