Federico Rivero Scarani

Feliz de aquél ...

Feliz de aquél que no ha saboreado

en su existencia el sabor del mal,

porque cuando los dioses sacuden una casa

no hay cólera que no persiga ni alcance

hasta el último de sus descendientes.

Similar al oleaje del mar embravecido

o como los huracanes que todo lo destrozan,

 las tinieblas desde los abismos marinos

gimen y hacen girar los torbellinos

que están ansiosos por devorar a los vanidosos.