Raúl Daniel

Preguntas...

¿Te acuerdas, mamá, que lindo que era

el pan que en el horno de barro

y con chicharrones, hacía la abuela...?

 

Yo no he olvidado las plantas del patio,

la parra, el aljibe ni la enredadera...

 

A veces el sueño, en mis noches, se espanta,

los tiempos cambiaron (y no es por los gatos),

¿recuerdas... que en las noches tibias de las primaveras

maullaban amores junto con las ranas

de aquella laguna que quedaba cerca...?

 

¿Qué pasó, mamá...? yo siempre dormía

y mi sueño era profundo, tranquilo

(aunque amontonados con tías o primos)

en la cama grande de la abuela Queca...?

 

¡Qué lindas las fiestas con la parentela!

y la casa enorme llena del bullicio de niños

¡y el olor a asado a fuego de leña!

 

Varios de los hombres conversando juntos,

hablando de fútbol, política o guerra,

para, otro rato (después de comer)

y con unos vinos, terminar en ¡truco!

el juego de naipes que infaltablemente llegaba al final

en las carcajadas del tío o papá... ¿recuerdas, mamá?

 

¿Recuerdas, mamá: ¡El Negro!, tu primo...?

¡que buen guitarrero...! las zambas y valses,

milongas, compases festivos

y los bailarines alegres que fuimos...

no usábamos plumas: pero ¡éramos tribu!

 

Las tardes de tortas, buñuelos y mates...

las charlas tranquilas... y largas,

las noches de radio con palabras dulces,

los consejos sabios, ¡toda una manera de vivir la vida!

una casa grande... ¡una gran familia!

 

¿A qué grito, tiro, clarín o trompeta

fue que se produjo después, la estampida...?

 

¿Por qué, separados de a dos, tres o cuatro,

en casa distantes los padres e hijos,

otros solitarios (los más viejos, ¡claro!)

ahora vivimos... (¡si no nos peleamos!)

 

¿Por qué hicimos caso de las propagandas

con qué nos vendieron esos aparatos

que ahora nos ocupan casi todo el rato...?

 

TV., videograbadoras, minicomponentes

y computadoras...

objetos de adorno, varios muebles caros...

¡cuidado que los niños no destruyan algo...!

 

¿Qué hicimos, mamá, con la tía Luisa...?

¿por qué terminó en un asilo de ancianos...?

¿a dónde nos lleva el camino en que vamos...?

¿estará al final el Dios del que hablamos...?

 

A veces, de noche (y aunque esté cansado)

camino en la calle, donde muy temprano casi no anda nadie...

¡todos encerrados con sus aparatos!

 

Y pienso... o recuerdo cuando los vecinos

miraban estrellas, se oían piropos...

¡y había zaguanes repletos de novios!

 

No importa, mamá... que no tengas respuestas,

cualesquiera que fueran: ¡Es muy tarde ya!