Raúl Daniel

Sueños...

Sueños...

que en la furia huracanada de la vida

se disuelven en idas y venidas...

 

Sueños de noche...

sueños de día...

 

Se adquieren paulatinamente,

se nos adhieren...

¿seremos sus dueños

o serán ellos los que nos poseen...?

 

Sueños...

bellos que excitan, que queman,

que palpitan y concatenan

acciones y sentimientos

en interminable cadena

que une el cielo a la tierra.

 

Sueños de paz en la guerra,

de amor en la soledad que espera,

de saciedad en el hambre

y la sed... quimera,

fantasía, utopía, rebelión, bandera

que se yergue altiva

una vez más en lo alto del bastión,

antes de ser nuevamente abatida.

 

Sueños que fermentan la pasión

y los anhelos de justicia,

sueños frenados por las codicias

de los enemigos de Dios...

de los enemigos del amor...

y de todo lo bueno...

 

¡Si hasta pensaron en destruir la luna...!

¿qué seguiría... el sol...?

(después se dieron cuenta

que la luna contribuía

a la limpieza del mar,

que en mareas consistía).

 

¿Se imaginan el mar podrido...

qué tal...?

 

Sueños...

que así como se vienen, se van...

mis sueños... tus sueños...

¿dónde estarán...?

 

Los sueños de la novia que terminan

en la rutina del hogar...

del comerciante de remotas tierras

que pervierte su alma por lucrar...

de los niños que crecen sin papás...

de los electores que ven transformados

a sus “esperanzas” en vulgares ladrones...

del que escribió un libro que nadie lee...

del que plantó un árbol al que otro agrede.

 

Sueños que poco a poco

van perdiendo su valor,

que terminan dando pena,

que alguien cambia por monedas

(según la cotización del dólar

al día de hoy...)

 

Sueños, ¡menos mal

que tus enemigos no lo pueden todo

y siempre logras

que alguno se ponga a soñar...

de todos modos

la lucha sigue igual:

“Constructores versus destructores...”

de sueños... ¡y de todo lo demás!