Raúl Daniel

El Día De Las Polleras Largas

Domingo por la mañana,

se escuchan sonar campanas,

por las calles las mujeres

van a cumplir sus deberes

religiosos y les aguardan

en los templos las guitarras

y panderos de alabanzas.

 

Domingo por la mañana,

la bendición nos alcanza...

 

Deja el borracho su copa,

la prostituta se viste

con su ropa de señora

(una pollera larga),

el avaro acomoda,

en su lado, la limosna,

cada uno su careta

ajusta con precisión

para vivir la emoción

de jugar a la iglesia.

 

Domingo por la mañana,

el sonar de las campanas

obliga a mirar la hora.

 

La mayoría ya dio

toda la carne al demonio,

y quieren conformar a Dios

con los huesos que dejó

después de darse el banquete,

poniéndole enorme moño

al repugnante paquete.

 

Domingo por la mañana,

es el día del Señor,

que nos debe soportar:

pedidos, enojos y llantos,

fingidos y desentonados cantos

y otra sarta de pavadas

(mientras espiamos el culo

bonito de alguna hermana).

 

Domingo por la mañana...

La bendición nos alcanza.