Adelaida López Marcos

EL PACTO CON LAS HERMANAS

Se abren los dientes
¡cómo pirañas!,
y meten en las jaulas
a las bestias de la ceremonia;
quemando sus calaveras
al brindis de las siete suertes.


Bebiendo en nombre de los aquelarres
llaman al fuego de las deidades,
que profanan el descanso
de: ¡Hécate, Selene y Diana!,
(diosas hechiceras
y de la tierra salvaje).


Rugen como martillos
y, ¡alzan su voz rompiendo las ventanas!,
que arañan el viento de la tiricia,
para cruzar el pentagrama.


Con martillazos de espuma,
¡enseñan sus dientes,
y los colmillos que bañan de rabia a sus bestias!,
porque ahora les deben.


Sus criaturas llevan años
teniendo hambre.
Estaban durmiendo,
las habéis llamado
¡y ahora es tarde!.


Presencian las hermanas
que el humano cruza el límite,
y, como un juego,
vuelven los tiempos enfermos
de las matanzas y los crímenes,
¡de mucho crin!,
¡de mucho sobre!,
y, ¡de mucho tras!.


Malleus maleficarum
es una escopeta cargada,
¡apunta con su objetivo
y dispara con su dedo!.


Los tratos de los diablos se cierran,
con santos y carniceros.


Dentro de una jaula,
¡los gatos!.
¡Vidas encerradas en collares de huesos!.
Simbolismo de abalorios,
¡envueltos en sangre, círculos,
pactos y trajes!.


Se alzan las manos,
y disfrazan la noche
las lenguas de trapo.


Estampida en el bosque,
tiemblan los presos,
¡pobres, diablos, cobardes!.


Para pactar con las hermanas,
con juegos y falsos tratos no andéis,
¡dejadlas!, y no las nombréis.