Rafael Villagomez Vega

Un corazón con dolor que cuenta su historia.

Justo cuando la empiezas a dejar, todavía te sientes con energía, energía suficiente como para querer quitarle lo mucho o poco que le diste, piensas que estas bien, porque logras tu objetivo de hacer justicia por el daño.



Después de alguna recaída, justo cuando ves lágrimas y palabras en su boca parece que vuelves a la realidad, pero no. La resaca es querer exiliarla, alejarte tanto de ella como sea posible, pero el mundo es muy pequeño, la volvería a ver, vi a los mentirosos, destilando hipocresía, yo por educación, lo hizo también,  no sé si hice tan bien mi trabajo que recibo una sonrisa y boletos de camión.


La siguiente fase empieza poco después de eso, tu alma no resiste la hipocresía, una vez más, te ataca la sinceridad y el dolor juntos; reclamando, pidiendo, dando motivos y excusas, después rompes todo y dices a leguas el dolor que te invade, te ha superado.

 

No hay mucho después de romper todo lo que tenías, tienes ciertas recaídas que afortunadamente ella te salva ignorándote, empiezas a sentirte anestesiado de la vida, tus sentimientos se apagan, dudas que existan porque ya no sabes como son, y aun asi digues luchando contra tus demonios invisibles, que tu mismo creaste.

Todo esto para superar aquella que ella no supero, porque no había nada que superar, al menos por su parte, si no sentía nada, no había nada que doler, no había lagrimas que derramar, ella siempre sonrió, lo sigue haciendo y no sufrirá si yo me voy prematuramente.