Raúl Daniel

Nuestra Hermandad

Sólo tú puedes entenderme,

habitante de la noche espesa,

errante viajero de la soledad,

sólo a ti puedo hablarte de la ansiedad...

para ti tiene sentido

la palabra ausencia, la palabra falta...

la expresión: no hay...

 

Caballero del silencio,

sentidos expuestos

que anhelan sedientos...

corazón que tiembla

(no late) queriendo

sus sueños poder expresar...

 

Deja ya la escucha

de truenos o vientos...

murmullos de hojas...

el tránsito ajeno...

distracciones muchas,

música, novelas y cuentos...

déjalos y atiende

mi cantar que tiene

tu mismo lamento:

“Traición... abandono...

y resentimiento...”

Toda una macabra

caldera del Diablo

donde se cocina

la poción más fétida

de tus sentimientos...

 

¿Venganza...?

¡qué palabra estúpida!

ni quieres ni puedes...

¡se ha pasado el tiempo!

Sólo queda el lento

y triste pasar

de los días grises

hasta el final...

 

Caballero fantasma

héroe del silencio,

que luchas la guerra

de la soledad...

no creas que estás sólo.

 

En una maraña de sordos felices

que dicen que saben para dónde van

(ignorantes idólatras de la prosperidad),

gritando hacia dentro su pobre verdad,

multitud de gentes llevan vidas huecas

(de fracasos, hilando memorias;

sus historias: una enorme rueca

que marcha hacia atrás...)

 

No creas que estás solo...

¡Hay un mundo lleno

de nuestra hermandad!