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El maestro y el Enemigo.

—Querido maestro, siempre estamos hablando de paz, pero todavía siguen existiendo guerras. —dijo un discípulo.

—Amados discípulos —dispuso el maestro—, desafortunadamente así es.

«No es nuestra meta cambiar el mundo. Tenemos nuestra propia guerra que luchar. Si entiendes que de ellas, cual sea el resultado, se aprende, desearás que nunca se termine. El guerrero es una mezcla de conflictos y contradicciones —como nuestra mente. Todo nuestro interior está tatuado por el resultado de las batallas, para que su significado sea presente siempre. El enemigo está dentro de ti —una parte de tu mente usa del ejercito de los sentidos para lograr su victoria, y otra parte de tu mente quiere entender el por qué desea y al mismo tiempo librarse de esos deseos porque ya ha aprendido que el resultado es sufrimiento. Es una batalla necesaria y te dispones a ella no por el hecho del confronto, sino por el conocimiento que puedes adquirir del enemigo —solo en la batalla se dan a conocer los puntos débiles y fuertes, para usarlos en tu provecho y adquirir el concepto permanente —tatuado.

«No esperes “estar preparado” para la guerra, simplemente lánzate a ella, con lo que tengas.

«Cada batalla hace con que te asegures las futuras victorias. Cuando derrotas a un enemigo te conviertes en su esclavo pues nace la obligación de cuidarle, entonces se compasivo y amalo, pues llegaste a conocerlo en su más difícil momento.

« Un ejército perecerá si no está bien alimentado o bien equipado. Tienes que equipar tu mente de paz y alimentarlo con amor.

« Causar elogio por la victoria se hace fácil. Evitar la derrota del otro buscando el dialogo se llama sabiduría.

« A veces tienes que dejar tu superioridad bastante clara porque eso evitará nuevos enfrentamientos.

« El enemigo a veces intenta comunicarse contigo, pero tú no entiendes esa forma de comunicación.

«Todas estas batallas ocurren en tu mente, por lo tanto, si controlas tu mente, lo controlas todo.