¡Olvídame! Me dijiste, hablando iracundamente,
Ya veo que eres hostil de usar palabras hirientes;
Y yo no tolero eso, menos de una mujer,
Que debe ser muy decente y orgullosa de su ser.
Pareces mal educada esa es tu presunción,
Y te lo digo de frente para que tomes la idea,
De que no seas tan tonta cuando estás frente a la gente,
Para que nadie te note como persona grosera,
Total por que yo te dije que n o podía atenderte,
En el preciso momento en que querías hablar,
Si para yo escucharte las babosadas que dices,
Para eso si que existe, muchísimo tiempo más.
¡Malcriada! Así he yo de llamarte,
Más encima de olvidarte, tal cual fue tu directa petición,
Pero luego ya no vengas como gata cariñosa,
Que yo no olvido las cosas y las uso de lección.
¡Olvídame! esa palabra retumba todavía en mi oído,
Por ti hoy, la que más yo he conocido, por lo que gracias te doy
Y el tiempo será el testigo, que yo soy muy complaciente,
Y así tendrás en tu mente, que soy el hombre que soy.
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José Miguel (chemiguel) Pérez Amézquita