Estela Kobs

Culpable

-¿Cómo se declara?
-Culpable, señor juez. Ahórrese tiempo y dinero
y condéneme de una vez, a ver si me salva…
-Pero la ley…
-¿Cuál ley?
-La ley que rige para todos, la que nos
ampara, debo darle un proceso justo,
y es legítimo su derecho a la defensa.

-No voy a defenderme,
 y le explico para que entienda:
No encontré su alma,
busqué  en cada centímetro de su cuerpo,
empecé por su espalda,
mientras lo abrazaba en un callejón desierto,
busqué en su  boca
todas las veces que le robé un beso.

Otro día, hurgué en sus hombros
y en el perfume de su cuello,
cuando los pasos de un viejo tango
él me enseñaba,
y no encontré su alma.

Puedo dibujar sus rodillas
de memoria,
los músculos de sus pantorrillas,
cada vello de su muslo,
la ingle,
puedo describir la gloria
de estar allí anclada,
y no encontré su alma.

El ombligo parecía ser un escondite,
palpé, también su abdomen,
sus tetillas examiné
con tres de mis sentidos,
con los otros dos,
percibí aromas, sazones,
pulsos y latidos;
no encontré su alma.

Y pasaban los meses,
y pasaron dos años,
por eso, ese día, lo esperé
con un malbec ,
cuatro quesos  y salsa picante,
la luna llena era la trampa,
era imposible que no viniera,
todo lo planeé con la más
premeditada alevosía,
ya no podía con la duda,
ese adonis
 debía tener un alma escondida,
que yo no encontraba.

La música era francesa,
el vino tenía somnífero,
la brisa fue mi cómplice,
usé un cuchillo bañado en salsa
de pimiento con miel negra,
y  de un tirón,
en lugar de desabrochar su camisa,
le abrí el pecho,
no pudo defenderse,
dominado por la sorpresa, el sedante y el dolor,
apenas dio un gemido
y se cayó,
y mire, señor juez,
todo lo que encontré fue esto:
un corazón,
que como evidencia
presento.
-¿Y el alma?... ¿por qué usted buscaba el alma de la víctima?
-Supuse que si encontraba su alma,
también encontraría  la mía. Él se llevó mi alma, señor juez,
el día que lo conocí 
quería recuperarla, más no la encontré. Condéneme, 
condéneme de una vez, si encuentra una ley que rige para un cuerpo sin alma…
y sálveme, que su condena me salve, señor juez.