En la transparencia de tus ojos, me veo reflejada,
bebiéndome a besos, con una sola mirada,
sorbiendo suavemente mi dócil corazón,
entregándote pleno a la audacia de mi amor.
Como plácido remanso de un rio caudaloso,
me envuelves entre tus brazos, muy cariñoso,
me entregas tu vida, me embriagas de ternura,
como decir que no, ante tanta dulzura.
Eres ese ser que mi mente dibujó en la arena,
eres tú, que me tienes atada, sin una cadena,
como arcilla moldeada entre mis manos aladas,
me entregas todo, sin pedirme nada.
Tus besos tienen ese sabor embriagante del licor,
que nubla mis sentidos, enloquecidos por tu amor,
tu cuerpo me envuelve con ese abrazo insolente,
y el mio, se entrega a ti, muy dulcemente.
El amor ha llegado a nuestras vidas maduras,
regándolo todo con infinita dulzura,
tirando al abismo el pasado impío
comenzando nuevamente, con mucho mas brío.
La vida nos regala una pasión insolente,
como último recurso de comenzar nuevamente,
a sentir, a volar, a soñar ilusiones que creimos perdidas,
a desear muy juntitos, el comienzo de una nueva vida.
MARIA HODUNOK.