Raúl Daniel

¡Feo Te Equivocaste!

(Este poema no está basado en una historia real, ¡ES UNA HISTORIA REAL!, tampoco es largo, ¡ES LARGÍSIMO!, así que por favor a los haraganes: ¡ABSTENERSE!)

 

Este poema a ti, que no es para halagarte,

lo dedico y voy a enviarte o lo entregaré en tus manos;

ya muchos, antes, te di, tratando de enamorarte.

 

Hoy deberás perdonarme, pues no elogiaré tus ojos

ni tu piel blanca y rosada ni a tus manos aladas

ni a tu preciosa figura ni a tu boca tan deseada

halagaré en mi poema; hoy me supera la pena,

mi alma está acongojada y no consigo calmarla.

 

Debo agradecerte mucho que llegaras a mi vida,

aunque eso en realidad se lo debo al Señor,

fue a Él a quien oré, pidiéndole este favor;

Él, sabiendo el dolor y carencia en que vivía,

siendo que lo servía con temor y devoción,

te envió a ti: Un Gran Amor, ¡Él no envía porquerías!

 

Tú eres hermosa, radiante y por los hombres deseada;

y aunque has sido procurada y por muchos poseída,

tal vez, uno sólo fue, y hasta eso un poco dudo,

que te amó de verdad y pudo llegar a tu corazón;

los demás sólo tuvieron tu cuerpo, al que mancillaron,

ultrajaron, enfermaron y del que sólo lograron

sexo y humillación.

 

Yo, en cambio, te he valorado y apreciado en interés

verdadero por ti misma, aún a riesgo de perderte

no te oculté la verdad; mi corazón te he abierto

y mostré con claridad; todo en mí ha sido cierto,

no procedí con maldad.

 

Y qué, si también tu cuerpo procuré y, en mi pasión,

lo tomé... ¡tú permitiste, no lo puedes ocultar;

lo disfrutaste, quisiste, muy bien que te vi gozar!...

y a lo que te resististe no fue porque no querías,

no me puedes engañar: Tienes miedo de llegar

a un punto de no retorno, donde no puedas parar;

sabes que no tengo fondo, ¡y en mí te puedes ahogar!

 

Sólo una vez te mostré el tiempo en que puedo estar

amando a una mujer... ¡y tuviste que pedirme

que lo dejara de hacer!

 

No te vayas a creer que tal vez eso sea todo,

¡Tú no imaginas el modo en que yo puedo lograr,

no sólo hacerte gozar, sino hasta estremecer,

al punto de no poderlo ni siquiera soportar!

... ¿y te lo vas a perder?

 

Si yo te pedí a Dios, también me pediste tú;

bien sabes que Él mismo fue quien cruzó nuestros caminos,

uniendo nuestros destinos ante nuestra petición.

 

Lo que pedimos nos dio, también fue su voluntad...

y cuando uno pide algo: ¡su precio debe pagar!

 

Tú querías un amor, no como el mundo te ofrece,

ese sucio y carnal que se compra con dinero...

que siempre termina mal... y que de todo carece:

¡hasta de lo elemental: el respeto que merece

cualquier humano mortal!

 

Tú pediste un amor que te hiciera retornar

a tus años infantiles, ser mimada como niña,

poder volver a soñar; un hombre que fuese padre,

hermano, amigo, consejero, que contigo se emocione,

pasee, ría y juegue... Yo te amé como persona,

no sólo para tenerte, sino para acompañarte;

¡y a Dios se lo pediste!, ¿pensarás que Él no puede?,

¡¿no ves que lo conseguiste?!

 

En realidad me ofendiste, no lo voy a ocultar,

ayer, cuando me dijiste que yo me quise cobrar

todo lo que me diste; ¡cuán grande es tu error,

ves sólo lo material! Si yo te estoy dando mi amor...

¿con qué me quieres pagar?

 

¡A mí no me debes nada, a mí, el que me paga es Dios;

si te sientes endeudada, con Él tendrás que arreglar!

a mí no me pediste nada, no lo debes olvidar,

es a quien uno requiere a quien le debe pagar;

si algo te di, Él me lo dio, es a Él a quien le debes,

no me lo pagues a mí, ¡tengo mejor pagador!

 

¿Qué crees que son las cosas, ésas que yo te di?,

¿papeles, son los poemas, yuyos, tal vez las rosas,

sólo lujuria mis besos, sólo deseo el fervor

con que te amé?: ¡Te equivocas, lo que te di fue amor!

y para poder pagar eso deberás darme tu amor,

¡no vas a arreglar con sexo!

 

... Pero arregla con Dios, a Él le debes, no a mí;

y te vuelvo a repetir que estás equivocada,

lo que te di, te lo di, ¡a mí no me debes nada!

 

Nunca debiste decirme lo que ayer me dijeras,

¿será que estás tan ciega, conoces tan poco a Dios?,

tú le pediste un hombre, ¿qué crees que te mandó?...

¿otra vez uno cualquiera?, ¡yo soy un hombre total,

como ese que antes tuvieras y que esa bala mortal,

fatal, te desposeyera!

 

Tendrás que pagar el precio, ¿qué creíste que era Dios,

alguien que está limitado como tú o como yo?

Ahora ya rompiste los platos, pediste y te comiste,

a tu estómago llegó, hiciste lo que quisiste,

y se te sirvió, lo que pediste te dio,

ahora vas a pagar, ¡la cuenta ya te llegó!

 

Es mi vida lo que puse en mi relación contigo,

te di amor verdadero, te entregué mi corazón,

te propuse matrimonio, ¿piensas que tienes razón

al hacerme este oprobio?, ¡Pongo a Dios por testigo,

de que mi amor es sincero!

 

Dices que no es mi pobreza lo que de mí te aleja,

¡cuenta a otro ese cuento!, ¡presenta a otro esa queja!

¿no viste en mi cabeza los hilos blancos que tengo?,

escucha este consejo que tomé de otro en versos:

\"El Diablo sabe por diablo, ¡pero más sabe por viejo!\"

 

Tú no tienes un amigo o un pastor como yo tengo,

tu consejero y amigo vengo a ser yo mismo;

por eso es que te explico, por eso es que te digo,

no es que quiera herirte o hacer venganza contigo.

 

Un verdadero amor acepta los desafíos,

sea enfermedad o distancia o tiempo o falta de medios,

¡el valor es lo que cuenta en la batalla, no la fuerza;

yo tengo esa valentía, pelearé con lo que sea,

siempre que luché, vencí, así fue siempre en mi vida!

... si tú me ayudas más Dios, ¿cómo crees que sería?

 

Y ya que piensas pagar, te voy a decir la cuenta;

no que yo piense cobrarte, arregla con tu conciencia;

a Dios fue que le pediste, yo disfruté el amarte,

y aunque goza el que recibe, más placer tiene el que da;

mi paga fue el entregarme, mi satisfacción el darme,

mujeres hay a montones, ¡cualquiera puede saciarme!

... pero quería enamorarme, no sólo dar mi pasión,

quería entregar mi amor, y eso es lo que tomaste...

si crees que te cobré: ¡feo te equivocaste!

 

Tú eres dueña de tu vida, y harás de ella lo que quieras,

ni el Señor piensa obligarte, vívela a tu manera,

Él te dio la libertad, (yo tampoco, así, querría,

puedes despreocuparte); pero le pediste un amor,

no lo debes olvidar, Él es Dios y puede dar,

lo pediste y te lo dio, mas deberás aceptar

el envase en que lo envió.

 

¿Tú piensas que se valora algo bueno y verdadero

si no se debe luchar?, ¿si no es alto su precio?

... ¿y tú lo quieres comprar?, ¡comienza a juntar dinero!

 

¡Pero no el de metal, en ése no cobra el cielo;

vas a tener que llorar, trabajar y entregar tu corazón entero!

La batalla se presenta, ¿vas a querer batallar?,

¿o seguirás jugando al papel de cenicienta?