Nestor Varela

Tu mano izquierda, mi mano derecha

Sereno el atardecer, tibio el aire, hablas y atiendo,

perdido en tus labios mis ojos fijos porque entiendo

que no hay mejor momento para secretamente liarte,

así al liberarme, mi mano entonces pudo rozarte,

 

sucede ahora que mi temor cesa, y mientras el sol se oculta

con cada yema recorro la suave piel de tu mano izquierda:

en su dorso profundo respiro, nace así la marea inquieta,

prosigo y en tus nudos surge mi cielo, mi ruego se cuela.

 

Nirvana y fluida aceptas, en olas se mece el suspiro,

entre tus dedos me hundo, ellos me abrazan, pacífico espiro,

mientras a tu palma arribo la elipsis testigo de mis labios

que asalta mi razón se cuela, pero son tus ojos salvos

 

con los que al mirarme rompes el silencio en un lenguaje nuevo,

en la oscuridad precisa todo el corazón, todo el fuego llevo,

porque marcas el tiempo en que somos uno al abrazarnos,

y en la sensación de cada tacto temblamos al amarnos.