leyly

La Espera

El reloj marcaba las 5 y esperábamos con impaciencia que llegara la hora, aun faltaba mucho. Los demás duendes regaban las plantas, limpiaban las cuerdas de aquella guitarra vieja, pero de vez en cuando miraban el reloj .Azul y yo solo esperábamos sentados a que el reloj marcara la hora precisa, era como si el tiempo se hubiera detenido esperando por nosotros para aprovecharlo. Nabo sentía el toc, toc, toc de nuestros pies descalzos contra el suelo y se le ocurrió una idea para calmar nuestra ansiedad

_Les conté la primera vez que la vi?_

 Negamos con la cabeza y sin decir palabras se abrieron nuestros ojos como cráteres sabiendo una aventura detrás la pregunta.

_Tuve que caminar diez kilómetros de túnel  para verla… claro nunca les conté sobre las madrigueras de los topos de los duendes del  cielo, pero esa es una historia que luego les contare otro día. Diez kilómetros llenos de peligro y obstáculos, primero me tropecé con hormigas bravas, y luego tres pasadizos y como no tenía ningún mapa que me indicara el camino correcto me di por perdido .Estaba angustiado porque sabía que si no llegaba a tiempo podía ser demasiado tarde y tendría que esperar al día siguiente, aunque para nosotros los duendes esperar no es un problema para mí en ese momento lo era, no podía irme sin presenciar tanta belleza. Por suerte encontré unas lombrices, mejor dicho, ellas me encontraron a mí. Me orientaron y me brindaron posada en sus hogares, pero no tenía tiempo como ya había dicho así que agradecí y seguí mi camino. Luego de mucho caminar vi a lo lejos una luz y corrí hacia ella…Mmmmm pastel de guayaba con limonada

_ ¿Que…? Preguntamos a dúo Azul y yo

_No, nada es que se me abrió el apetito, ya vuelvo _

Nabo tomo la merienda que había dejado mi mama sobre la mesita de noche y continúo la historia con la boca llena.

_¿Por dónde iba?_

_La luz a lo lejos­_ dijo Azul incomodo

_A si…!Corrí hacia la luz y resulta que solo era un topo con linterna, muy raro eso porque los topos no necesitan linternas. Le conté sobre mi viaje pero me dijo que las salidas se habían cerrado. Hubieran visto mi cara de decepción, en ese momento no podía ver mi cara porque no traía espejo pero sé que me veía muy decepcionado, tanto que el amigo topo ofreció ayudarme, el cavaria una salida y así lo hizo. Hasta que la vi, tan bella, tan serena, y con ese manto de elegancia indescriptible. Me murmullo en un silencio lo mucho que me amaba y sin dar la espalda se fue, sin despedirse porque siempre es pronto para decir adiós_

Los duendes corrían con desesperación hacia la ventana mientras Nabo aspiraba el orgullo de su historia, ya era hora y no nos habíamos percatado, apresuramos el paso para tener la mejor vista. Y aun más hermosa que ayer estaba la puesta de Sol que pasaba frente anuestros ojos.