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El Amor.

Todos queremos amar. Esto es un hecho. Y todos queremos que ese amor nunca cambie. También es otro hecho. Todo cambia constantemente. Añádelo también a tu lista de hechos.

No hay duda en ello, son hechos.

Pero hay una cosa que nunca cambia: tu interior, puedes llamarlo alma, espíritu, Yo interior, como quieras o te sienta mejor, en todo caso, nunca cambia.

Puede que hoy mismo, alguien que te fue muy querido ya no puedas ni verlo.

También me hace recordar que, durante una guerra —una de la tantas que ha habido—,  se alistó un hombre que iba a ser padre en muy poco tiempo, pero tuvo que irse a la guerra antes de que naciera su hijo. Al fin de 4 años retorna a casa y llama al timbre. Un niño de 4 años le abre la puerta y al no saber quién era, cierra la puerta y sale corriendo a contárselo a su madre: Mamá, hay un extraño en la puerta! La Madre abre la puerta y encuentra que era su marido —el padre del niño. Entonces la madre le dice: niño, este es tú padre. Entonces qué pasó? Hace unos minutos era un extraño y ahora es mi padre? Todo el mundo exterior cambia, solo lo que no cambia es nuestro interior, quien en realidad somos.

Dices: “Te quiero” a alguien…pero quién lo está diciendo?

Si el color del pelo de ese “alguien” se vuelve canoso, o si el peso de la cartera que lleva se merma, o si los kilos demás se vuelven perceptivos, volverás tú a decir: “Te quiero”?

Si el “amor” que estaba intrínseco en esas palabras se desvanece o cambia con el constante cambiar de cosas, recalifica tu “amor” a deseo o a una satisfacción temporal: algo que tu mente ha creado para llenar el vacío de tu ego. Si amas superficialmente, cómo esperas que tu “amor” supere a esa superficialidad? Él no está sometido a las reacciones de alquimia, o de un poder mágico escrito en algún oscuro libro medieval.

Deja la tarea de decir “Te quiero” al tiempo: cuando veas que te has dado por completo, pero sigues repleto, cuando te conviertas en “uno” con el ser amado, cuando presientas que no necesitas recibir devuelta lo que das, cuando te separes y sigas sintiendo que la separación es solo una ilusión.

Entonces ni harán falta esas palabras, porque el que nunca cambia, siempre supo que nunca cambiaría…