marco augusto

Aquella triste tarde de Mayo

Aquella triste tarde de Mayo

 

Hacía un frío profundo y seco,

aquella triste tarde de mayo,

cuando un crudo invierno,

azotaba los viejos surcos

de mi angustiada alma.

 

Era intenso el calor del verano,

pero se congelaba mis cansados huesos

y secaban las escasas flores

de mi jardín de antaño.

 

Se tornó gris el azulado del cielo,

se acortaron mis pasos,

se enmudeció el sol de mis días

junto a la agitación de mi cano pecho

y se convirtió en recuerdo,

aquellos besos de fuego,

el delicado aroma de su piel

aquella voz de niña,

aquel amor pulcro  y sagrado.