Ábreme las alas
de un dormir profundo
y ligero, en un columpiar
a la altura donde ya es pecado llegar
en donde un beso tuyo
se haya ya volado
y entre campanas de silencio
mi piel y mi propio ser
se hayan quebrado
entre tus brazos emplumados
en una hipérbole que anuncia
una alegre mentira,
que entre el llano a contra luz
del propio sol se mece
con el aire en las llamas de la tarde
deja escapar un suspiro de tu boca
que se convierte en beso
y en verso de mi boca,
en un columpio en alturas blasfemas
y con el corazón en una mano
de pronto abro los ojos
y me encuentro con tus ojos
y tu corazón en tu mano.