Si la ven por ahí sonriendo alegremente junto
a una copa, no le crean, es buena fingiendo.
Si la ven maquillando sus penas luego de ir al
baño, no le pregunten, sus ojos delatarán cuánto
me extraña.
Si camina por alguna acera de sueños rotos y ven
como su sonrisa fingida comienza a perder el brillo,
no le pregunten nada, déjenla, está recordando nuestras
caminatas con las manos entrelazadas.
Si algún día la ven y su mirada está puesta en el horizonte,
no la interrumpen, está pensando en mí.
Si la ven y no saben de quien les hablo, déjenme resaltar
su belleza en unas pocas líneas. Es tan sensual que casi nadie
logra percibir su verdadera belleza.
Tiene unos ojos tristemente agotados luego de mi partida,
cabello largo y negro tal si fuera el manto de la noche,
un hoyuelo en su mejilla derecha, y nos labios que incitan a pecar.
Si los mira con desagrado no se alarmen, es como un pequeño
cachorro asustado entre la multitud, la verán con aires de
grandeza pero, ¿Quiénes somos para arrancarla de sus creencias?
Ella es hoy la musa que me inspira a escribir pequeños versos,
la dueña de un alma que se ha quedado en el pasado esperando
lo que no ha de volver; es ella, una mujer más en el mundo, pero
que en su tiempo fue todo lo que siempre desee tener. No la culpen
por mi dolor, el tiempo ya había caducado pese a que intentamos salvar
la dignidad. Hoy quedan las secuelas de todo lo hermoso que alguna vez
tuvimos pero que tanto su inmadurez y me supuesta perfección acabaron
por destrozar en mil pedazos…
(…) Si la ven caminando por la calle háganle saber que aún pienso en ella,
que los días se hacen largos esperando su regreso, y que la razón hoy
le ganó al corazón. Si la ven sólo mírenla detenidamente, ahí se darán cuenta
que su corazón se ha quebrado como un cristal.