Juan de Marsilio

Ella

Estaba de lo terrible 
paradita en la frontera: 
yo te lo juro por mi alma, 
nunca vi cosa tan bella 
(es cuestión sin importancia 
que otros ni la percibieran).
Por caridad del buen Dios 
no me faltaron las fuerzas 
para acercarme y hablarle, 
colorado de vergüenza.
Tratando de ser galante 
se me anudaba la lengua. 
En cambio, qué bien que hablaba, 
silenciosa, su belleza.
Supongo que por piedad 
para con mi gran torpeza 
no me despidió esa vez 
prohibiéndome la vuelta.
Ya luego pude pararme 
sin miedo ante su presencia.
O mejor, con menos miedo, 
que todavía me aterra, 
porque podría destruirme
nomás con que lo quisiera.
Ella está de lo terrible 
paradita en la frontera.