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Hogueras en el tiempo

¡Claro que!, hubiera bastado con bajar la cabeza o tal vez con encoger el ego del tiempo, antes de que todo estimulo guiara el fluir de las miradas a través de hormigas aferradas al viento que se revuelva y se sonroja… Todo nombre inequívoco es austero ante el mito de la vida, ante la dulzura de la hiel y se enfrenta a su destino mientras muere, mientras se olvida de las palabras dichas en desespero, en angustia; son estelas de cruda indulgencia que madura y pudre la culpa que se siente en el finito centro de las almas, cuando expresan cierto barrunto de penas que se traen a cuestas, que quitan el sueño, que roban libertad y que quiebran lagunas fúnebres con el silencio arraigado… De ademanes se ha jactado el espíritu, ya el decir queda exento de vida solo porque casi no existe, porque no tiene más que hacer en este lugar; de aquello que hubo ya no habrá, de lo que quiso ya no querrá, de lo que sentía nunca más lo sentirá, Ha quedado en lo inhóspito del tiempo; pero no es más que un principio de interna vitalidad, es vulnerable como la vida misma, como la alegría de los desalentados, como la carne sin piel y más aún como el cielo sin el brillo eterno de las estrellas… Por qué no ser como las hormigas, por que no parecer un marco inhabitado pero lleno de existencia implícita y coherente cuando cesa de respirar; tristemente resulta imposible, pero es la única razón creíble que puede dejar de lastimar a la verdad de los sueños; Hasta hoy estaremos sumergidos en la realidad crédula, quizás el pasado pueda reflejar el mañana en la vista corta de los desesperanzados, cuanto puede costar arrancarse del suelo por un momento y empezar a creer que tu sigues siendo mi final… Te amo.