Adelaida López Marcos

A MIS 31 AÑOS, ME VOY SIENDO QUIEN SOY

Soy lo más abstracto de la vida,
a mis 31 años.
Me voy con el cuello anudando mis ojos,
junto a mi cuerpo
que lo dejo rugiendo y tirado,
como si no le conociese,
a mis 31 años.


Que no me vean tan indefenso y desnudo,
que yo he sido más que un toro
y más que una plaza, llena de aplausos y de hambre.


Me acordaré de mi patio
y de mi higuera,
junto al estiércol
que duerme alimentando este cuerpo tieso
que apesta redentando en poesía la tierra.


¡Yo! levantaría monumentos a la cebolla,
para decirle ¡gracias!
¡Gracias! por alimentar a muchos
y entre ellos, al llanto de mi hijo,
y al llanto de mi boca.


Le responderé a Dios con mis cenizas
y mi cuerpo enfermo,
para cuando se me lleve la ventisca
soplarle de frente con mi mala suerte.


Si hay Dios, que aparezca a mi lado,
porque yo, arañaré al destino
para meterme entre los ceniceros humeantes,
como si fuese un árbol negado.


Yo quisiera no aparecer
entre ataúdes nocturnos,
para tapar cornisas sedientas,
a mis 31 años.


Soy lo más abstracto que ha esculpido la noche,
contra los relojes torcidos de mi mente,
porque ni Dios,
se cruzó con el arrecife de mi vida y de mi muerte.