Veronica Arteaga

CAUDAL Y CAUCE

 

 

Mi río tiene un cauce

De sensibles orillas

Y  algodonoso lecho.

Tan blando y tibio que creo

Que en momentos de abandono

Sirve de cuna  a mi cuerpo…

Mece el agua, canta el río

Su viril canto viajero

Y su caudal generoso

De rumorosas corrientes

Serpentea bajo el cielo…

Es un amante mi río,

Amante de brazo ardiente

Casi humano su caudal

Que  desliza por mi vientre

Dedos verdes, y la espuma

Que lame mansa y silente

 Orillas de suave musgo

Entre los juncos durmientes…

Caudal de fuego, mi río!

Cauce entregado mi cuerpo!

Río y carne navegando

Por las crestas del deseo

Como queriendo ofrendarse

Mutuamente los secretos

Entre murmullos de agua

De cristalinos destellos.

Me turban sus verdes brazos…

Y yo en mi cauce lo enciendo…

Y su caudal reverbera

Y se encrespa turbulento

Descargando la corriente

Hilos de plata en mi cuerpo.

Nadie me conoce tanto

Como mi río en su lecho!

No ha habido nunca otras manos

Que me llevaran ¡tan lejos!

Como su caudal de argento

A lomos de agua, viajero.

Y gozo de ser su cauce

Y él se desvive por ello…

Y se queda sosegado

Refrenando su deseo

Para que en la fresca sombra

Su caudal llegue a mi tiempo

A orillas de verdes algas´

A playas de arena y cielos

A peces de blancos lomos

Viboreando entre los ceibos.

El me apacigua con agua

Y yo lo enciendo con fuego

Y le ofrezco sin reservas

Mi cauce para su lecho.

Desde su caudal me habla

Desde mi cauce lo entiendo

Y él se viste con mi piel

Y yo en agua me convierto

Que hasta piensa la corriente

De vernos así querernos

Que somos dos blancas olas

Que entre dos playas han muerto.

Que el río me dio su alma

Y que yo le ´di mi cuerpo

Alma de cristal   de agua…

Cuerpo de rojo destello…

¡El río, duerme,  en mi cauce

Y yo, en su caudal, me pierdo ¡

 

Cristina Cammarano.