Donaciano Bueno

El fantasma soy yo

Ya no tiene en qué pensar, se ha secado su cerebro,

el fantasma, retorcido cual enebro, en su largo caminar

va en sombras grises que avanzan y acompañan su penar

¡ay del que quiera encontrar su ánima en este requiebro!

 

Va dibujando renglones torcidos que simulan garabatos,

retratos que forman estratos de esa su memoria impía,

imágenes de fervientes beatos en la asceta sacristía,

sospechas, sueños, susurros y hasta miedos timoratos.

 

Observa los tiempos muertos donde anida la amargura,

el fantasma allì se instala donde la soledad se siente,

en el silencio en la noche, en las entrañas de la mente,

¡espíritus que vagan penando, pesadillas o locura!.

 

Todo se remueve en el juego del maldito dominó.

Mientras coloca las fichas una a una en el tablero

-las negras huelen al mal, las blanca-doble a clero-

¡tu ya no eres el fantasma, ahora el fantasma soy yo!.