Raúl Daniel

La Historia De La Paloma Enamorada

Voló la paloma, liberada,

sus alas anhelaban el sol;

con gracia, su única manera

... y con fervor.

 

Pasó las nubes y quedó mojada,

no lo sabía y un poco se asustó;

pero dejó el asunto al ver el punto

radiante de luz y calor,

su única meta: el sol.

 

No se cansaba ni paraba de aletear.

 

Breves instantes después del hecho,

su albo plumaje ya se secó;

y así aprendió que solo un trecho,

las nubes tienen jurisdicción.

 

Siguió volando, no se cansaba

y no paraba, rumbo hacia el sol.

 

Después de horas y horas volando,

más raro el aire le pareció;

hizo un esfuerzo, tomó coraje,

siguió aleteando y lo soportó.

 

Pasado el tiempo, tal vez un día,

en que veía tan solo al sol,

se dio la cuenta que había cambiado

a muy lento el ritmo de su respiración.

Ya casi nada el cuerpo movía,

pero seguía rumbo hacia el sol.

 

La tierra lejos había quedado,

ya no miraba más para ella,

sólo anhelaba a su estrella,

esa más grande que ella eligió;

la más cercana y muy radiante,

la más brillante llamada sol.

 

Tanto mirarla ni pestañeaba,

¡tanto la amaba...!

tanto quería llegar a ella,

¡no le importaba lo que costara!

y ya volaba como un cometa,

como un meteoro, ¡cómo un planeta!

 

No respiraba y no veía,

(el sol le había dado ceguera),

pero seguía por el calor

guiada al fuego que la atraía.

 

Nunca sabremos tiempo y manera,

si esto es verdad o una quimera...

pero en las noches de luna llena,

unos nativos de las montañas

cuentan a niños, para que duerman,

esta historia de la paloma,

que por amores, al sol, volara

y que besara sus grandes flamas

... y el sol asiera

y convirtiera también en llamas.