nelida anderson parini

LAS HORAS CIEGAS

Corren ciegas las horas

en un tiempo que es lerdo

corren tras de un recuerdo

de omisión detractoras;

son de afanes rectoras

confusión…desaliento

nebuloso momento

del efímero ahora,

donde el tiempo devora

el fugaz pensamiento.

 

Vulnerado el presente

con razón temerosa

la palabra dudosa

prolifera en la mente

y el recuerdo ya ausente

de un pasado hoy incierto

planta al alma en desierto

de zozobra y apuro

y en bochorno inseguro

oscila el desacierto.

 

Las ideas hundidas

enmarañan los hechos

que apretujan despechos

entre historias perdidas;

donde causas vividas

son verdad sumatoria

y en razón perentoria

arde el drama de olvido,

 que al recuerdo querido

calcina en la memoria.

 

Con el rostro indeciso

entre espanto y sorpresa

algún eco regresa

oscilando impreciso;

mas el tiempo es omiso

en volátil presente

 en segundo renuente

la experiencia se olvida,

cuando en la hora extinguida

queda absorta la mente.

 

Corre el tiempo inclemente

entre lapsos perdidos

mil recuerdos heridos

en estado inconsciente,

la temida corriente

los arrastra al olvido

sin saber que han partido

rumbo al mar de la ausencia,

náufraga es la existencia

en mar embravecido.

 

La indefensa mirada

en asombro perpleja

inquietudes refleja

de razón desolada

y debate callada

la extrañez que le afecta

para en dudas infecta

enjugar su mañana,

cuando  en hora lejana

 su congoja proyecta.

 

Corre el tiempo perdido

transitando indolente

marchitando insolente

el instante vivido;

el cerebro excedido

por espacio y ausencia

muestra clara evidencia

en razones difusas

y en palabras confusas

expresa reticencia.

 

Y ya ciegas las horas

con andar agitado

avanzar no han logrado

desde instancias mentoras,

ya que ingratas demoras

su carrera la obstruyen

todo esfuerzo diluyen

disipando emociones

y exaltando tensiones

 al pasado destruyen.

 

Del momento extraviado

se descuelgan los años

los recuerdos huraños

su memoria han trucado;

el semblante agobiado

especula el presente

hasta hacer evidente

el trastoque absoluto,

en un tiempo que enjuto

es fugaz en su mente.