Hugo Emilio Ocanto

No me temas (Poema)

No me temas

Cuando hicimos el pacto

de ser amigos, lo cumplimos.

Nos comportamos como tales.

Todo andaba sobre seguros rieles.

Éramos como dos niños

con ansias de felicidad

y de juegos que iluminan

nuestro ser...

Todo fue perfecto.

Lo recuerdo como

uno de los acontecimientos

más felices de mi vida.

Estar a tu lado,

fue como sentir

que estaba al lado

de mi amada madre.

Ella ya no está.

Pero tú sí.

Después, aparte de amistad,

hubo un sentimiento

mucho más profundo.

El sentimiento del amor...

ése, que todos

necesitamos tener.

El amor incondicional,

el que se siente en el corazón.

Sin límite de tiempo y edad.

Tú también sentías atracción

por mí, y me expresaste

que te considerabas la mujer

más dichosa al haberme conocido.

La dicha no siempre es eterna.

¿Quién es dichoso eternamente?

Puede ser que alguien piense...

\" Yo, soy desde siempre dichoso\".

\"Yo, soy inmensamente dichosa,

de toda la vida\".

Respeto ese pensamiento.

¡Qué suerte tienen

los que puedan expresar

esa dicha, con tanta perpetuidad!

Expreso yo, que no puedo decir

lo mismo.

He sido muy feliz en determinados

momentos de mi vida,

y otras, muy desdichado.

Son reglas de la vida.

Son normas de los sentimientos.

Hoy soy feliz,

ayer no lo he sido tanto.

¿Cómo ha de ser

mi felicidad mañana?

No quiero pensar en él,

en el mañana.

Vivo el hoy.

Mi presente.

El pasado, fue.

El futuro ha de llegar.

Lo he de esperar...

Nuestro presente,

el tuyo y el mío,

ha decaído.

Me tienes miedo,

porque dices que soy muy exigente,

muy drástico, muy posesivo.

Acepto lo que me dices.

Soy todo eso, y más...

que habla a mi favor,

o en mi contra, no lo sé

realmente. Pero puede ser...

Sólo te pido que no me temas.

Soy como soy.

Te amo como te amo.

Te brindas enteramente

con tu cuerpo,

y el mío te lo entrego

con todas las ansias

que mi piel siente.

No estás sometida

a mis caprichos,

a mis necesidades sexuales,

si me deseas, me tienes,

si no quieres, me abstengo...

Pero noto en ti

algo de temor...

No me temas.

Tuyo soy, y te entregas a mí,

cuando me deseas...

No te exijo, sólo te poseo,

cuando tienes ganas.

No soy un sádico.

Soy un hombre que necesita

ser amado, y tú has sido mi elegida.

Me brindas en esos momentos, todo.

Te entrego todo lo que

puedo llegar a darte.

Pero por ser como soy,

no me temas.

Le das calma a mi alma.

Y yo deseo que tú

tengas la calma que necesitas...

Derechos reservados del autor (Hugo Emilio Ocanto - 10/12/2013)