Blanca Castillo

Soledades.

Gracias por no pasar el día conmigo; pero eso sí, si te sales por el pliegue de mis ojos sin que pueda verte más, prometo buscarte, incluso hasta el fin de mi almohada.


Que trabajo ha de ser dormir, sobre todo si te tengo sobre mi cabeza, gracias por pasar la noche conmigo; ¿qué tan lejos te tengo?


La otra noche estuvieron preguntando por ti, mis miedos, mis brazos. Yo no supe que responder, sé que todas las noches me acompañas, pero como les explico a ellos. Me hice como quien pretende no escuchar las partes de su cuerpo y me dormí.


Que  tradición esa de no hacerme caso, como me explico que a veces me da por estar sin ti. Como le digo a mi piel que deje de extrañarte y que salgamos a montar en bicicleta para que así la acaricie el sol, el viento. Que malhumorada se siente si no le hablo de ti.


Gracias por no resumirte solo a cinco líneas, por dejarme a solas conmigo,  por permitirme extrañarte.

¿Cómo se siente el pasto ahora que estas solo? , ¿Qué te cuentan los saleros de mí?, ¿Me volví salada, dulce?


Que tarde es otra vez, no vas a venir. Te espero, siempre te espero, y sí; siempre llegas, te recuestas sobre mi frente y poco a poco te adentras cual si fueras meteorito a la tierra. Ya es  tarde y de seguro no quieres hablar, no quiero interrumpirte ahora que no solo mi cuerpo tiene deseos de ti.


Gracias por no pasar el día conmigo, por recordarme cuanto necesito esa parte tuya que solo esa parte mía conoce.