Carlos E. Hernández

Hasta la noche lloró

Inusual esa mirada que aparente luz mostraba

mas la luna bien sabía que en tristeza ella ahondaba

pues forzada mantenía dignidad, pero ocultaba

que seguir ya no quería, que llorar tanto evitaba.


Ese rostro, de nostalgia preso estaba esclavitud.

El lucero que nocturno, lo escuchaba sin quietud.

Meses por docena pasan, no ha cambiado su actitud;

cada noche andar llorando, es ahora su virtud.


Hasta el sol oía silencio y extrañaba contemplar

su alegría, ¿Qué esperaba! si la noche fue en llorar.

¿Dónde está? se preguntaba. Descansa de su penar,

pues requiere fuerza y vida para en noche continuar.


Ya cansada está la luna y hasta el cielo ya lo oyó;

sigue en la misma fortuna, su rutina aun no cambió;

hoy la nube está aturdida, mas dolor no soportó,

y der ver tristeza hundida, hasta la noche lloró.