Donaciano Bueno

El Anciano

Lánguido, tu figura de mirada triste

sobre el asfalto se desliza cabizbajo

expulsado del cielo como escupitajo

que a las inclemencias del tiempo se resiste.

 

Avanzas ensimismado paso a paso

arrastrando los recuerdos que viviste

y en tu semblante que arrugado viste

la penumbra de la noche se percibe en el ocaso.

 

Hombre senil cubierto de fantasmas,

la luz pálida que de tu pasado asoma

en tu mente va horadando la carcoma

que hasta a tu pábilo de hielo vacilante pasma.

 

Del rictus de tu boca se desploma,

disgustada, una mueca horripilante,

la esperanza se olvidó del caminante

y en sus frágiles labios se dibuja un hematoma.

 

Próximo el vencimiento del contrato

del tiempo sin retorno que alquilaste,

lo que te resta regalado va a esfumarse

sin previo aviso al llegar al final de su mandato.

 

Sólo eres, anciano, lo que a la vida diste.

Tus sueños ahora son memoria del pasado,

deja, pues de vagar ausente, atormentado,

lo bueno que viviste recuerda y no estés triste