Donaciano Bueno

De Madrid al cielo

El tiempo pasado había y un día a Madrid volví,
creí, encontrarme creí, en aquella villa de asueto
rellenita de chulapas, chulos, catetos, paletos
que de provincias llegaban, de madera la maleta
vacíada de ropaje, pero de sueños repleta.
¡felices aquellos años, aquellos años sesenta!

 

Fué allí donde yo sufrí del amor los desengaños,
soñada ciudad coqueta plagada de aventureros,
del tocomocho trileros, modistillas y toreros,
gentes de todo pelaje pero sólo algunos gatos.
¡Cómo olvidar la Gran Vía a las tres de la mañana,
aquellas luces de gas y la amable guardia urbana,
serenos y raterillos, la calle viva y mundana!

 

Aquel ambiente burlesco de sainetes y zarzuelas,
la fiesta de las vistillas, la ermita de san Antonio,
justo al que las casamenteras iban a pedirle novio,
el cocido madrileño, caracoles, callos. las gallinejas,
majos, majas, chulos, chulas, las manolas y manolos,
la pradera San Isidro, el dos de mayo o la Almudena
ya no está el “todo Madri” la Paloma en la verbena.

 

¡Cómo añoro aquel Madrid tan castizo y modernista!
de este menda tan pelao, sin beata en los saquillos,
a la \"cla\" del teatro por la jeta, apuntándose a la lista,
los deseos de vivir y al aire los ensoñados castillos.
De los chotis agarraos, de aquellos tiempos fetén,
las floristas, cigarreras, el de los nichi chipén,
las vistillas, castañeras, organillos por la acera
al compás de aquel manubrio tocando la violetera.

 

Bajé, dejé mi equipaje y en Bravo Murillo caí.
Pensé, aterrizar, pensé en otra ciudad distinta,
con tristeza comprobé que el Madrid almidonao
el que antaño había vivido y después había soñao
el Madrid acicalao, que ese Madrid ya no existe,
ahora está más despistao, no tiene la misma pinta,
un poco más pesimista, la vida ahora es más triste,
ni es el mismo alicatado, ni tan siquiera es cañí.

 

Caminando por la acera fuí encendiendome un pitillo,
a cada paso un cepillo y detrás siempre un rumano
-ocasionalmente un paisano-, extendiéndome la mano
relatándome la historia de su miseria y sus niños.
Ví jóvenes en las aceras en circulo “coloquiando”,
con la pelota jugando o sus historias relatando,
ajenos a lo que pasa, con su gracejo y su guasa
me espetan ¡que tenga un buen día, hermano!

 

Ahora los dominicanos, ecuatorianos, chinos, rumanos
se han adueñado de ti. ¡Que dios te tenga en la gloria!
Ya no existe aquel Madrid que yo guardo en la memoria,
de Paco Martinez Soria, de aquella aldea cañí.
Tu que fuiste Baden Baden, este es mi réquiem por ti.
En poco tiempo de historia, ¡cómo has cambiado, Madrid!