Cierro los ojos como profundo,
a tientas por mi deseo
aquieto mi voz, ese preciso
momento en que los suspiros
parecen ajenos a mi voluntad,
no te pido nada, tan sólo quiero
compartirte mi silencio, el sueño
de este mundo que imagino
por detrás de las puertas,
el siempre quizá de esperarte
aunque lo niegue,
el abismo de estar sin tu nombre,
pensándote.
No quiero abrir los ojos,
mi cuerpo vibra por el amor,
siento tus manos,
desde aquella vez en tu cama
en que tus ojos parecían desnudarme,
y tu voz soñaba con escapar de
tus labios e inundarlo todo,
tus manos desde ese día tienen
mi corazón, este absurdo corazón
que con los años se ha convertido
en tu alma, en un rincón de mí, en tu morada.
De entre las sombras me visto
con la alquimia de renacer,
será por eso de igualar el misterio
cuando te pienso,
estás en mi pecho,
como un árbol interior
desciendes de la nada, pero te siento,
tus cabellos despojados en mi costado,
eres como un ritual que arde,
que me invades desde dentro,
que te derrumbas en mis ansias,
TÚ, dueña de mis miradas,
que duermes en mi aliento,
que turbas mi lecho encontrándome,
en auténtica libertad, certera, plácida.
Con los ojos cerrados me arrastro hacia ti,
soy implacable, me abro al sendero
de la noche, sin saber cómo o por qué,
mis dedos rompen paso a paso
y cruzan de mi habitación a la tuya,
te llamo, el tiempo se desliza,
te busco, procuro convertirme
en ese momento cuando despiertas,
cuando me piensas, cuando apretadas
en tu cuerpo tus manos y tu voz
murmurando ... ¡quisiera que estuvieras aquí!
Pensándote,
los recuerdos y olvidos se aparecen en instantes,
mis pensamientos sólo se escuchan,
las gotas de viento y lluvia me arrullan
junto a las ventanas,
pensándote mi razón vaga entre ramas,
se sacude en el aire,
de ti se embriaga.
Mis párpados, mis espejos
asumen el cielo de pensarte,
y entonces tu sonrisa,
tu sencilla boca, pensándome.
T de S
MRGC
Namaste