Nelly Altuna

La emoción estética en la poesía

 

La poesía es un arte, por lo tanto un oficio, un trabajo artesanal. El poeta está al servicio de algo que él hace, construye, modela y da forma. A decir de Octavio Paz, la poesía convierte a las palabras en imágenes, pero estas imágenes son simbólicas. En este sentido, es un proceso intelectual que conduce a través de simbolismos  que hablan al hombre entero y no sólo a su razón para llegar al fin, al propósito de su actividad artística.

 

Este es el arte poético. Son estas imágenes la materia prima del poeta que él adquiere por medio del  ejercicio práctico y constante que lo lleva a producir emoción estética o contagio emocional.

 

Para producirse esta emoción estética no es necesaria su previa comprensión. ¿Qué hace que se pueda percibir la tristeza o alegría en la poesía? Sin llegar a entender del todo por qué aparece esta sensación que conmueve las fibras de nuestra sensibilidad al leer determinado poema , podríamos observar que ese determinado poema posee un ritmo, una cadencia, una lentitud o una velocidad que hace sentir diversas sensaciones en uno u otro caso.

 

Esta obra artesanal posee una especial colocación de las palabras o se han utilizado ciertos recursos estilísticos que tienen efectos tristes o alegres; es un sabor de cosa viva que es intrínseco a la palabra poética, pero previo a esta comprensión ya se ha producido la emoción estética sin explicaciones. Es un renacer inexplicable que enamora y asusta.

 

El poeta produce,  crea y moldea una obra que comunica, aunque no plenamente, la emoción que sufrió en el trance de su creación. Es la fecundación del alma, es el aire que palpita y la pone a vibrar. Es sonoridad que deja su huella leve en el cuerpo psíquico de quien ya no es para sí mismo, sino que se ha convertido en un instrumento de labranza. La poesía nace de un determinado tipo de percepción del mundo del poeta, de su cultura. Presupone una cierta destreza para dirigir su sensibilidad, de modo que el poema es un producto inteligente al que se le ha dado forma, de lo contrario sería sólo una armazón de palabras vacías.