Esas pequeñas cosas,
tan sutiles,
que no damos importancia,
la mayoría de las veces,
las dejamos para mañana,
son la esencia cotidiana
la Sal de la Tierra,
nuestra sonrisa,
nos pueden salvar la vida.
Cada acción ejecutada,
sin prisa pero sin pausa,
va modelando poco a poco
nuestra fuerza de voluntad,
nuestra capacidad de crear,
nos da confianza y seguridad,
transforma nuestra vida,
nos devuelva la alegría.
Esas pequeñas cosas,
haciéndolas puntualmente,
sin olvido, sin excusas,
son nuestro granito de arena,
nuestra aportación,
en el movimiento del Tiempo,
para que el río de la Vida fluya,
de tus recursos
te hacen consciente,
son como gotas de agua,
que van llenando la fuente,
se convierten en cascada,
en manantial de abundancia.
No es necesario empezar,
por grandes proyectos,
tan sólo el detalle
que tienes delante,
es el comienzo de un largo viaje,
vas cogiendo energía,
te haces fuerte.
No abandones la tarea,
si te han decepcionado
o si estás desilusionado,
empieza por un solo paso
y el resto te lo irá dictando
la siguiente señal del camino.
No hay camino hacia la paz,
La paz es el camino.
Esas pequeñas cosas,
forman muchas grandes cosas.
lo que hacemos bien hecho,
aunque sea pequeño,
cambia de color
nuestro alrededor,
todo nuestro entorno
es más luminoso,
aunque no lo veamos
ni siquiera lo pensamos,
pero hacen un mundo mejor,
lo sentimos en nuestro interior,
sin olvidarnos de entregar a Dios
el resultado de nuestra acción.
Disfruta de las pequeñas cosas,
porque en realidad, son grandes
nos hacen muy felices.
mañana puedes arrepentirte.
Poniendo a Dios
en todo lo que hacemos,
con nuestro corazón abierto,
por poco que sea pequeño,
lo encontraremos a cada momento.