Cuando llega la noche, comienzan los sueños,
sueños de un desvelo, que se me hace eterno,
la luz de la luna que entra por la ventana,
dibuja un rostro amado, sobre la almohada.
Rostro apacible y dulce, que se alejó de mi,
que me dejó muy sola, en este existir,
pero mi lunita, que se apiada de mi alma,
lo trae cada noche, para darme su calma.
Sueño que te sueño durmiendo a mi lado,
velando mis tristezas y también mis alegrias,
sueño que me hablas y me das los ánimos,
para seguir luchando sola, los caminos de la vida.
Me duermo apacible sintiéndote a mi lado,
y te digo en sueños lo que nunca te dije
a pesar de todas las dificultades que juntos pasamos,
nunca nadié me podría amar, como lo hicistes tú.
Descargo mi alma, hablándote dormida,
y recuerdo mil anécdotas tristes y felices,
eres en el mundo el único que me quisiste,
y si me hubiera ido yo, te hubieras ido conmigo.
Los primeros rayos de sol que están entrando,
borrándo van tu imagen que está en la almohada,
poco a poco te vas esfumando como una neblna
y quedo sola llorando, otra vez tu partida.
Otro año mas que va pasando tan ligero,
otro año mas, y está presente tu recuerdo.
Un corazón que palpita añorando el pasado
y el otro, ingrato, que se fue de mi vida.
Podrán pasar mil años, amor de mis amores,
siempre unidos, siempre juntos estaremos,
a pesar de la indigna muerte que nos ha separado,
tu imagen de la almohada, no se borrará jamás.
MARIA HODUNOK.