Nancy Ruiz Lee

Atitlán

Contemplaba el reflejo

de aquel cielo infinito

en el límpido espejo

de un lago tranquilo.

El azul me invadía

las pupilas del alma

y el amor… ¡Rebosante!

Hondo pozo dejaba

de aquel gozo indecible

de atisbar lo que se ama.

Deteníase el tiempo:

el corazón se saciaba

en el azul del lago.

¡Atitlán se grababa

como un sello en mi alma!