ARCÁNGEL

ENTRE EL CREPÚSCULO Y EL ALBA...

 


La madrugada es un ente,

me cobija de terrores ocultos,

azuzados por lenguas de fuego

y demonios en los claroscuros...

 

 

Me seduce tu belleza ausente.

Las manos que se extinguieron

como fantasmas reclaman y sujetan

la carne entre mis piernas...

 

 

...a veces lento, suave

y a veces me aceleran.

 

 

Mis manos, posesas de deseo,

estrujan las sábanas buscando tu piel,

la humedad de tus entrañas,

la tersura de tus senos y nalgas...

 

 

Tu aroma impregna la habitación;

rosas rojas; frescas y penetrantes,

pétalos expuestos de tu cuerpo

que me ofrecieron ternura y abnegación.

 

 

El sabor íntimo de tu sal

se desgrana en mi garganta...



Sirena que abandonó su reino

por un mortal empecinado en un sueño.

¿Dónde depositas las esperanzas

que un día fueron promesas de amor eterno?

 

 

Obligado a reconocer la derrota,

la oscuridad de tus ojos me doblega.

Mi cuerpo se enfría tras revivir el recuerdo

y tu alma errante se aleja de mis sentidos...

 

 

El alba llega sin pedir permiso,

la noche ha terminado

y comienza de nuevo el suplicio

hasta el día de mi último ocaso.



Baltazar Itiel