Me gustaría pensar que solo es un mal sueño, que abriré los ojos y veré ante mí el pasado que sobriamente revivo. He intentado callar los ecos de mis impulsos pasionales y así oír mi razón, pero es una utopía, es como intentar dejar de respirar… Ahora solo me queda seguir en la sombra lucida del recuerdo, en la luz opaca del camaleón presente, camuflando mis sentimientos en vociferantes falsedades que enaltecen mi suspicacia de sinceridad de quien pretendo esconderme, protegerme, por temor, por cobardía… Siempre tuve presente que la clave de no decaer ante las tempestades de la vida era la de no olvidar ni descuidar la niña soñadora, traviesa y valiente que me acompaña en mi ser, pero… no mi di cuenta que deje que la pequeña niña se convirtiera en una moribunda anciana decrepita, a la cual desahucie, y así mis alegrías desaparecen como granos de arena en el mar de mis amarguras; tal vez por eso prefiero seguir reconstruyendo mi presente con fragmentos de mi pasado; y proyecto mi futuro con vanas expectativas de felicidad…
He intentado caminar con paso firme, pero en realidad mi caminar ha quedado en un estado de letargo…
Algunos envidian mi vida, otros tal vez no, o tal vez a nadie le interese la misma, no lo sé; pero lo curioso es que yo envidio la muerte… no con ello deseo morir… pues es equiparable a mi deseo de vivir y no solo estar viva.
Atte. Laingoni