Kabalcanty

DE ILUSIONES

DE ILUSIONES

 

 

 

De un jirón en el perchero

cuelga la ilusión inmaculada,

la lozanía de titanio

que endomingamos altivos

cuando el cutis no juzgaba.

Con agua de lluvia la regábamos

y con Channel de Hollywood

la teñíamos olfatoria.

Su desnudez nos cautivaba

en la cola del humo

que portaban el escudo

de las naves que botábamos

apretando los párpados.

Le quitábamos el polvo vetusto

con mimosos soplidos

y la repintábamos afanosos

cuando la edad lo requería.

Un día, confundido entre otros,

extraviado entre demasiados,

la colgamos en el desván

y la cubrimos con otro nombre

para olvidar el olvido.

Allí oscila, sequerosa,

al vaivén de la polilla,

desfamada, sin afeites,

ninguneada y sola.

 

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