Ayer era tarde,
Tan acelerado que el tiempo iba,
Que no fijé la mirada en él,
Sino que en aquella oscuridad que llegaba.
Era la noche, noche oscura y serena,
Era la hora en que al sonido
De la segundera del reloj,
Que anunciaba la hora de estar con mi morena.
Morena noche, fue aquella,
Porque en vez de estar con ella,
Fue la soledad que me esperaba
En la macabra oscuridad de la noche aquella.
Poco a poco, salí de ella,
Porque vi al cielo y vi una estrella,
Estrella que radiaba,
Radiaba tanto que al ver su luz,
Me dio esperanza de estar con ella.
La noche entre celos cobró su fuerza
Y al defenderse tomó del sol la esperanza
Al llegar el día, que la estrella se moriría
Y al instante de mí se burlaría.
Ve que morena noche,
Tan insolente actúa como valiente,
¿Será que se olvida que al llegar el día,
El fin a ella se le llegaría,
Y a mi soledad, el nuevo día la cambiaría
Con lindas flores de los jardines,
Con el canto de lindas aves
Y el sonreír de mi linda gente?
Oh, lindas horas de la noche,
Son los segundos del tiempo,
Que al llegar el día es reproche
En el corazón incierto.
Mejor es estar con ella,
Que al paso del tiempo,
Fluye una hora, un minuto,
Un segundo y una estrella.
Pero mi inspiración serena
Que del alma sale, van de noche y van de día,
Y en cada segundo, están contigo
Y van conmigo, eminentes palabras sabias,
Que al triste corazón del mundo,
Lo llenan de alegría o quizá de melancolía.
Son más que aquella soledad
De aquellas noches,
Mis palabras serenas que para ti inspiro,
Más que la claridad
De aquella estrella,
Por caridad te pido, que no reproches.
Desde el corazón del poeta del alma.
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