Hector Lopez

Un adiós solitario

La tormenta reflejada en su rostro

y en su mirada el huracán.

Sus manos no temblaban

cuando lanzó su alma al mar.

Las olas lo zarandearon

las rocas su piel lograron rasgar.

El fondo del océano lo acogió

en aquel insólito lugar.

La arena se fundía en su piel,

la cual lágrimas vinieron a tapar

los animales la ignoraban

y las algas sus brazos atrapar.

Nadie recogió su cuerpo

madie volvió su mirada a su pesar.

Nadie sabe por qué su mente

Ss consumió entre la sal.