Alberto Moll

La música

 

Son sonidos tan sólo,

vibraciones del aire inanimado,

sones inaprensibles

que, fugaces, aislados, solitarios,

apenas llegan a tener sentido.

Y, sin embargo, unidos,

enlazados, trenzados, combinados

por la magia insondable

de una privilegiada mente humana,

¡qué grandeza infinita

consiguen alcanzar!

¡Qué mundo prodigioso

de sublime belleza evanescente

capaz ha sido el hombre de crear!

¿Cómo intentar, osado,

explicar con palabras el milagro?

¡Ese mundo divino

de armonías etéreas,

de excelsas melodías ideales,

enaltece glorioso

la deplorable condición humana!

¡Qué colosal riqueza

de profunda pasión y sentimientos

llega a expresar este sutil lenguaje!

¡La paz inalterada,

el grito desgarrado de dolor,

la alegría exultante,

el amor, la amargura, la ilusión,

la afligida tristeza,    

la fuerza arrolladora,

la arrebatada ira,

los anhelos del alma apasionada,...

todo está allí, en un simple pentagrama,

inexplicablemente contenido!

¡Qué portento admirable

el mundo fascinante de la música!