Graciano Chacon

EL POETA DEL DOLOR

 

 


 

1ra. parte

 

¿Cuánto tiempo? ¡No sabía!

Que la tarde estaba herida

Solo recuerda el poeta en medio de su agonía.

Que era una herida profunda que del alma le nacía

Por los gritos de dolor de sus entrañas salían,

Perdones para el poeta que de pena se moría.

 

Con sus brazos echo cruz y su vista puesta al cielo,

Pidió ser crucificado antes que entrar al infierno.

Sabía lo que le esperaba al poeta aquí en su reino,

Al quedar al descubierto su acusador desacierto.

 

Error que había cometido y le perforaba su alma

 Y como entrar en razón y tener su mente en calma,

  Se está ahogando en la pena el poeta de la plaza.

 

Triste transcurren los días, se desvanece su andar;

No tiene momento en calma, vive el vaivén de la mar.

En su trinchera no escapa la tristeza sepulcral

El silencio de la noche teme se lo va a llevar.

 

Tiene fuerza alrededor, su espíritu no está solo

 Alguien le clama a su alma que ordene a su corazón,

Que organice las ideas en defensa de su acción,

   Pero esta opuesto el poeta, solo escucha su razón.

 

 Desandando anda en silencio, soportando su dolor,

Que la tarde estaba herida fue por culpa de su error,

 El  haberlo cometido, su imprudencia lo acuso

 ¿Para qué buscar alivio? ¡Su muerte se la gano!

 

¿Y cómo buscar verdades? ¡Con plumas de la conciencia!

Esa que dice la ciencia que tiene grandes poderes

Que me ayude en sus saberes y me alivie la presión,

Que yo le ofrezco mi amor, le será correspondido.

 

Pero sin pedir clemencia, ¡solo pedimos disculpas!

Que no hay tiempo sin razón, que cabalguen sus espaldas.

Resignado a la tortura, sometido a la presión,

Dolorosa su pasión su mente entra en delirio.

 

 

 

 

Que  pronto se le olvido, al mundo que fue admirado

El era un hombre público, ¿no sabía porque razón?,

Pero si estaba consciente lo que es la especulación

En revistas, periódico, radio y televisión

Cuantas veces nombraran al poeta del error

 

Con burlas, dimes, diretes como si fuera canción

Mendigando de indigente, ¿será su reputación?

¡Eso si le causa fiebre y arritmia en su corazón!

¿Que cobraba mayor suerte? ¡Prefería el paredón!

Porque se sentía con pena en el mundo y su nación.