evaprestes

HISTORIA DE UNA MIRADA

 

Una tarde cualquiera, de improviso,

se encontraron por primera vez

nuestras miradas.

Tus ojos color miel eran tan dulces

que entibiaron mi alma de esperanzas;

los míos, dijeron sin palabras

cuánto me gustabas

Después... fue tantas veces el silencio

de estas miradas cómplices, aunadas

en un amor escondido cual tesoro,

creciendo entre la ausencia y la distancia.

El tiempo ha madurado en nuestros ojos.

Se han vuelto atrevidos, insolentes,

caprichosos, rebeldes, delatores...

Ahora, si queremos silenciarlos

sólo nos queda desviar nuestras miradas.*